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lunes, 27 de abril de 2015

LA LUBINA



DICENTRARCHUS LABRAX

LA LUBINA


¿Sabías que el nombre de lubina viene de la época romana donde ya conocían esta especie por el nombre de lupus? Así los romanos denominaban muy acertadamente a este pez como lobo de mar, debido a su gran voracidad y rapidez a la hora de atacar a sus presas. En la actualidad, conocemos esta especie con distintos nombres en función al lugar de costa donde nos encontremos. Así la llamaremos robalo, robaliza, robaloa, llop, llobarro, llobina, …entre otros nombres. Dicho esto, vamos a conocer mejor este bello pez.

Cómo es

El elemento más distintivo es su cuerpo esbelto, que desde arriba se percibe más afilado y con un tono más azulado. Su cabeza es afilada y con una mandíbula profunda y poderosa. Sin duda es inconfundible por sus movimientos, elegantes, ágiles y denotando siempre su instinto depredador.

Fijándonos en su cabeza, un elemento que puede ser característico en las lubinas es la macha negra que posee a ambos lados, en lo que se denomina opérculos. Puede estar muy marcada o prácticamente invisible, aunque ciertamente desconozco el motivo. Hablando de los opérculos, ojo con los ejemplares de buen tamaño, pues es importante tener en cuenta que las lubinas tienen una especie de pinchos que protegen las agallas por la parte exterior.

En lo que se refiere a sus aletas, está dotada con dos dorsales separadas en la parte superior con las que deberemos tener especial cuidado en el momento de asegurar la pieza pues la primera dorsal como sabrás está compuesta por fuertes y afiladas espinas. Concretamente seis. Otra aleta significativa en la lubina es la caudal, la cola. Está ligeramente escotada, siendo la aleta propulsora.

Para saber si una lubina es macho o hembra por su morfología, cuando no están en época de reproducción puedes saberlo porque las hembras tienen una cabeza más puntiaguda, con un cuerpo más alto debido a que en la freza deberá alojar gran cantidad de huevas. Los machos son más delgados, y durante los meses reproductivos los diferenciarás claramente pues expulsan abundante esperma por su abertura genital.

 En el caso de la lubina y en lo que a su longitud se refiere, es capaz de alcanzar distintos tamaños en función a si ésta vive en el Cantábrico, en el Mediterráneo o en el Atlántico. En la mano de cada uno queda el que seamos lo más selectivos posibles, marcándonos cada vez como objetivo el capturar piezas de mayor porte. Piensa que, en la mayoría de casos, si queremos llegar a capturar grandes ejemplares deberemos en muchas ocasiones dejar pasar las lubinas de menor tamaño. Esto sin duda nos hace más selectivos y, a la larga, mejores pescadores.

Dónde vive

Por suerte, la lubina es un pez muy extendido por todo el Mediterráneo y el Atlántico oriental. Esto no quiere decir que se trate de una especie de fácil captura, pero sí es un pez con el que damos con cierta asiduidad y con un poco de suerte y experiencia podremos capturarlo.

Normalmente encontraremos lubinas en muy diversos tipos de fondos, no en vano se trata de un depredador en constante movimiento. Desde fondos rocosos donde frecuenta lugares con grandes bolos o canales excavados en la piedra, hasta fondos poco acusados como playas en los que predomine la arena donde también le gusta cazar aprovechando las turbulencias de las olas.

Algo en lo que no hay duda, es en que le gusta frecuentar zonas de aguas oxigenadas y batidas, teniendo también predilección por las salidas de agua dulce, desembocaduras de ríos así como puertos y escolleras. Las lubinas soportan muy bien aguas menos saladas, resistiendo salinidades muy por debajo de la del mar (35%) hasta de un 0,5%. Esto la convierte en un pez eurihalino, lo que le permite remontar los cursos fluviales, ¡hasta 40 kilómetros! Lo que si podemos hacer es aprovechar los puntos de entrada de agua dulce al mar, que por pequeños que sean siempre suelen generar bastante vida marina y albergar lubinas a la caza. Igualmente zonas de rías pues por experiencia es un lugar en el que se suelen encontrar un buen número de ejemplares que, con la pleamar, realizan incursiones en busca de alimento y aguas oxigenadas.

La lubina es capaz de sobrevivir en aguas frías de hasta 2°C y calientes de hasta 32°C. Cuando el agua está más fría de lo normal suelen reunirse en bancos de un buen número de ejemplares, aunque su localización no está asegurada y muchas veces se pierde bastante tiempo en encontrarlas. En ese caso, es preciso buscarlas a poca profundidad donde puede que la temperatura sea algo mayor y las lubinas estén con suerte guarecidas donde podremos pescarlas al agujero o, bien, en pozas, donde la mayor profundidad también hace de aislante térmico y nos encontramos con temperaturas más asequibles para nuestra amiga.

Lo normal, en salidas de pesca, hay que tratar de localizarlas sobre todo en zonas de aguas muy agitadas, donde normalmente están a la caza entre las olas. Son buenos los días de marejadas en los que se forma una especie de espuma. Sí, esa espuma que levanta por encima del agua unos centímetros. También recurro a los lugares con corriente donde normalmente hay más vida menuda susceptible de convertirse en presas de una buena lubina. No dejes de visitar estos puntos de corriente, pues es relativamente frecuente encontrar pequeños bancos de lubinas a la espera del paso de presas descuidadas.

Cómo se alimenta

Como todos sabemos la lubina es un depredador nato. Ataca sin piedad y con astucia un amplio abanico de presas de muy variado tipo.

Conocer la dieta de la lubina, al igual que la de cualquier pez que esté entre nuestros objetivos de pesca, es fundamental. Por ello es importante revisar su estómago cuando le retiramos la tripa, donde podemos encontrar desde cangrejos blandos, camarones y otros crustáceos que va arrancando de las rocas hasta moluscos como pulpos, calamares, chipirones y pequeñas sepias. Por supuesto también capturan peces. En muchas ocasiones las lubinas atacan a cardúmenes a los que se abalanzan produciéndose una estampida muy característica. Este es uno de esos síntomas que nos advierten en muchas ocasiones de la presencia de algún depredador aunque no lo veamos.

Vamos, que se alimenta de casi cualquier animalillo que se encuentre despistado. Que no se me olviden las quisquillas, gusanos de mar, anguilas y al parecer incluso se alimenta de erizos de mar y de algas. Su voracidad sin duda impresiona.

Cómo se reproduce

En lo que a la reproducción se refiere curiosamente la lubina es una especie en la que hay individuos machos y otros son hembras a diferencia de otros muchos peces hermafroditas, en los que cambia su sexo con el tiempo. En la época de freza la hembra tendrá inflado el vientre y los varios machos que la acompañarán estarán provistos de abundante esperma manteniéndose muy próximos por la parte inferior bastante confiados. Durante la época de freza las lubinas se reúnen en bancos numerosos con intención de reproducirse, cosa que si somos hábiles podremos aprovechar. Normalmente se dilata entre los meses de diciembre y marzo según la zona y temperatura del agua. Se dice que el momento de mayor desove se produce en febrero, así que, aunque el agua esté fría si la mar lo permite, merece la pena ir en su busca.

De cara a dar con los lugares escogidos por las lubinas para llevar a cabo la freza, conviene saber que éstas depositan sus huevos normalmente en los huecos de las piedras  relativamente abiertas al mar y en profundidades no superiores a los 10-12 metros. Lo que como he leído recientemente nos muestra lo bien concebida que está la naturaleza, ya que hace coincidir el desove con el que todos los parásitos de las playas (camarones, cangrejos, gobios, bichos, etc.), están ausentes o en estado de invernada, aumentando así la probabilidad de que los huevos se desarrollen.

La puesta de la lubina, que contiene minúsculos huevos de no más de un milímetro de diámetro, puede durar hasta dos o tres días. Los huevos permanecen flotando libres en el mar próximos a la superficie, únicamente protegidos por una gota de aceite. Se desarrollan muy rápidamente, teniendo lugar la eclosión del cuarto al séptimo día. Las larvas, pasivas en un primer instante y con 3,5mm de longitud, se ponen a nadar con intermitencia y con ¡la panza hacia arriba!. Se dará la vuelta después de haber agotado todas sus reservas y terminar su desarrollo embrionario. Al alcanzar los 3 centímetros, se revisten de escamas y toman entonces la silueta de adulto que conocemos.

Por tanto es normal que de los 200.000 huevos por cada kilo de peso de la lubina hembra pocos lleguen a convertirse en alevines. Alevines que crecerán especialmente rápido en su primer año, escondiéndose a partir de los 4 cm muchas veces bajo la arena para pasar desapercibidos en refugio seguro contra la voracidad de sus congéneres mayores y la de otras especies costeras. No llegarán a los 500 gramos hasta los 16 – 25 meses (de aquí que respetemos unas ciertas tallas, ya que las actuales son irrisorias).

Cómo se pesca

La lubina es de esos peces para cuya captura deberemos practicar muy diferentes técnicas de pesca. De esta forma, en función al lugar y las condiciones del mar utilizaremos la que consideremos va a ser más productiva. Y ahí está lo complicado. Aun así, intentaremos explicar nuestros métodos al surfcasting desde diferentes situaciones y lugares.

Hay muchas cosas que podemos tener en cuenta. La luna, las mareas, la componente de viento, los lugares, nuestro estado de forma, y todo lo anterior sobre épocas del año que se reproducen, alimentación, etc.

En primer lugar, el tiempo atmosférico. Sin duda este es un factor que condiciona de una manera determinante la pesca de la lubina. Los mejores días para pescar lubina son las jornadas que se presentan tormentosas o con una niebla que nos permita aún realizar una jornada de pesca. Las lubinas aprovechan la baja luminosidad de las aguas esos días para alimentarse con voracidad. Ya sea la baja luminosidad, u otros factores como la turbiedad del agua, la espuma formada al romper una ola, los puntos de fuerte corriente, etc.

Otro aspecto a tener en cuenta es cual puede ser el mejor momento del día. En esto todos los pescadores coinciden. La lubina se aproxima a la costa desde el ocaso hasta el amanecer.

El estado de la mar y la marea lógicamente también tienen mucho que decir en la pesca de la lubina. En el Atlántico aprovechar los días de mayor marea para salir de pesca será siempre lo mejor, evitando esas mareas muertas en las que el pescado no arrima de igual forma a la costa en busca de alimento. Los días de aguas paradas buscaremos con insistencia los choques de agua, las corrientes, las piedras, serán lugares idóneos donde seguro que están. Sólo hay que esperar el momento en el que se decidan a cazar.

Una zona más en la que suelo dar con lubinas son esos lugares en los que el agua cambia de color por algún tipo de turbiedad, ya sea sedimentos o algas en suspensión. Esas zonas son muy buenas. En la frontera entre las aguas claras y la turbiedad.

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